Sigo sin saber qué es esto. O sigo sin saber porque me empieza a doler la cabeza tanto tanto. Sigo sin saber por qué escribo aquí o la verdad por qué escribo, o en general, por qué seguir escribiendo. Sigo sin saber si escribir en una lengua o la otra. Pero sigo sabiendo qué me gusta leer los blogs de mis amigas, como ha sido el caso desde hace mucho. Sí, amigas, porque ahora son puras amigas las que escriben en sus blogs. Ya nadie más. Es como la tierra de nadie aquí, esta tierra del blog que ya la mayoría parece haber dejado atrás hace mucho. Platicaba con una persona que está llegando a ser amiga (*un guiño a todas las personas que no establecen amistades fácilmente*) y nos damos cuenta juntxs de que un blog no es un libro. Parece muy evidente, no es ninguna novedad, pero hablamos de lo lindo de encontrarse con un pequeño fragmento de escritura que te llega en algún momento de tu día. A mí, amigas, tus posts me llegan en los momentos más oportunos. Como hoy que es el fin del día y ya no aguanto a las multitudes o el bullicio de espacios retacados de gente y han sido dos o tres días de espacios retacados de gente y necesitaba alejarme un poco de todo eso y me acuesto o me siento en una silla y de repente te estoy leyendo, de repente estoy en tu fiesta familiar y me estoy riendo con tus maneras de hablar y tus modos de ser, o estoy en tu cuarto viéndote escribir cosas tristes y pues me llena de emociones, todos productos de sentirme identificado con ustedes, a pesar de las muchas diferencias, a pesar de tanto. Estamos llegando a la vejez, creo, o por lo menos con más edad encima se siente como que podría ser la vejez (aunque la verdad se sentía igual cuando tenía 19 e iba por los 20 años, aún en ese momento parecía vejez para este viejito-in-training). Te das cuenta cómo de repente el "enemigo" tiene canas o viste como muchas personas queridas se han muerto o como ya no están aquí acompañadonos. Hoy mientras paseaba por todos esos pasillos con todas esas personas me perdía a veces, me perdía entre todos los libros. Me perdía pensando también en ustedes en todas las cosas que harían o que no harían estando aquí. Ya no salgo mucho a las fiestas, amigas. No tiene caso, me digo. De por sí mi cuerpo no resiste mucho. Intento animarme y muchas veces no me puedo animar. Intento armarme de fuerza o de un sentimiento de apertura y muchas veces ni fuerza encuentro. Me pregunto qué estará pasando pero pues no, el mundo nos da una explicación demasiado fácilona: es la edad, es una fase, es una anti-socialidad que ojala que pase pero que la verdad no veo como una fase para nada, lo veo que una manera de llegar, una llegada, un aterrizaje. Ya no paso la misma cantidad de horas cuestionándome de la misma manera. Ahora tengo otras maneras de cuestionarme. ¿Debería escribir de mí mismo? ¿Debería hacer todo lo que estoy haciendo? Claro que me dudo. De hecho, escribí todo un texto a partir de la duda o con la duda como motor del texto. Lo escribí y sigue viviendo en mi computadora a escondidas, dentro de muchas carpetas que viven dentro de muchas más carpetas y, amigas, no sé qué hacer con ese texto. Allí se ha quedado. Y no sé si escribir aquí de mí mismo, si importa, seguramente no importa y eso me gusta: que no importa. Se me hace chistoso ahora que hay gente que me "conozca" sin haberme conocido. Hay gente que "ha" "escuchado" "de" "mí" y pues es como si tuvieran algo que decirme o pues que piensan que me conocen y pues no sé. Tal vez conocen a uno mejor que uno, pero ahora hay gente que hasta llega a pedirme mi participación en algo o mi colaboración con algo y me hace reír un poco cuando intento ofrecerme, cuando intento decirles sí y luego me doy cuenta de que no lo puedo hacer. Me doy cuenta de que no es posible siempre ofrecerme de esa manera (a pesar de los halagos o a pesar de las buenas intenciones). No lo digo de mal pedo ni nada. Solo digo que se me hace raro que ahora hay unas pocas personas que vienen a pedirme cosas como si supiera algo. Mi papá siempre me habla de mi escritura como mi chamba, como un changarrito, como un negocio pues. Y entiendo por qué. Es su manera de vincularse conmigo, de enlazarse conmigo. El negocio siempre ha sido la cosa más real en su vida, yo creo. La lucha por un poco de dinero es la lucha por la seguridad, por un poco de espacio en este mundo que no le regaló mucho más que esa piel blanca y esa idea de pertenecer al género de la hombría. Bueno el mundo le dio mucho pero quería más. Tal vez esa sea la manera más certera de decir las cosas. El mundo le dio mucho pero quería más y específicamente quería más para su hijo, que es otra manera de decir que quería más para él mismo. Ya me revolví en mi mente que es lo que siempre estoy haciendo, revolviéndome y perdiéndome en mi mente. Y hoy decidí escribirlo aquí y postear para ustedes. Esto, se lo escribo a ustedes, amigas, las que normalmente pasan por aquí a leer. Espero que las que hayan llegado aquí hasta el final hayan disfrutado de la lectura. Si algún hombre haya leído hasta acá, te digo que mejor leer la escritura de seis mujeres subalternas / marginadas / excluidas / no-escuchadas que leer la escritura de seis hombres escribiendo sobre las mujeres subalternas / marginadas / excluidas / no-escuchadas. O sea, mejor no me lean. Creo que estoy escribiendo todo esto porque necesito encontrar una salida al revoltijo que es mi mente en estos momentos. Creo que también me ayuda pensar que al contrario de los dos libros que habitan mi mente, estas líneas se van a publicar de inmediato. Esa publicación inmediata me sigue dando miedo y me da gusto porque zas ya pasó.

* Se aceptan comentarios, amigas. Sé que eso de dejar comentarios es súper retro, pero igual me mandan un Whatsapp o un text o una paloma si quieren. *

2 comentarios:

sylvíssima dijo...

¿Cómo no escribir(lo)? es lo que yo me digo cuando pues, cuando, punto.

máquina dijo...

¿Que dejar comentarios es retro? ¡Ay, Dioj mio!